Audacia, madurez precoz, suspicacia, retratos surrealistas, risas, bostezos, críticas y reflexiones de trasfondo fueron los ingredientes principales percibidos en cada una de las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.
La historia de Alicia, relata el sueño o realidad efímera de una niña de aproximadamente diez años, quien aburrida de estar recargada de su hermana a la orilla de un río se ve atrapada en otro universo donde todo es al revés y al que llegó gracias a su curiosidad y determinación que le servirán para subsistir durante todo esa travesía.
Carrol de principio a fin nos lleva de la mano a la sumersión de otros mundos, abriendo una puerta, la de la madriguera del conejo, y cerrando otra, la realidad cotidiana que muere en aquel pasillo desembocando todos los escenarios que la protagonista visita y remiten al lector a los desafíos fantásticos al que la mayoría de los seres humanos olvidan someterse por temor a no ganar la batalla, dejando la incógnita en el aire de y si hubiera... Pero en el caso de Alicia sucede lo contrario, ella es atrevida y se deja llevar por lo que se cruza en su camino, emprende nuevas aventuras, principalmente la introspección interior que la lleva de puerta en puerta a responder y entender lo que sucede y a la vez buscar esa avenida mágica que la lleve al jardín a encontrarse y resolver algunos de los misterios de la vida a pesar de los obstáculos, que curiosamente le permiten pasear por mundos perpendiculares donde predomina lo absurdo y se plantean simples cuestionamientos, algunos escasos de respuestas comprendidas con facilidad.
El título de entrada remite a un lugar que existe en el imaginario, del cual el lector no quiere despegarse un solo momento y quiere conocer más a través de las descripciones detalladas que Carrol realiza con su voz y por momentos cede a Alicia para que con su percepción conduzca a esos espacios naturales, llenos de vegetación, que respiran la trama de la historia, insinuando una crítica a la época victoriana y sus costumbres. En la búsqueda del jardín, Lewis nos muestra criaturas actuando como si fueran humanos representando a diversos sectores sociales. Por ejemplo, el conejo tan servicial y siempre a prisa con el reloj, siempre se le hace tarde, típico sobretodo en la idiosincrasia del mexicano, de no tener una buena relación con el tiempo y vivir peleado con él, o al menos eso menciona Marco Antonio Almazán en “El rediezcubrimiento de México”, después el sombrerero y compañía siempre temiendo por lo que pasará y siguiendo las reglas a pesar del absurdo, como la de andar dando vueltas por la mesa tomando el té repetidas ocasiones por órdenes de una autoridad superior, o también la intrepidez de Alicia por cuestionar todo lo que le rodea, o explicar con un poco más de raciocinio lo que escucha a su alrededor a pesar de que esas figuras le reprochen su constante interrupción para aclarar ciertos detalles.
El deseo e inquietud son constantes. En la obra se puede apreciar el límite hasta el cual puede llevar el ir más allá hacia caminos desconocidos que en primera instancia aterrorizan, pero ya transitados es como caminar entre nubes.
En la transición de un capitulo a otro, se estima la utilización de la metáfora en varias partes, donde se pretende dar más de dos sentidos a algunas de las anécdotas vividas por Alicia, lecciones que dejan cicatriz en el lector, como una de las que más impresionó a esta aspirante a reseñista, periodista y cronista:
Pájaros de igual plumaje, hacen buen maridaje.
Es todo un consejo que bien puede ser tomado o no, pero se considera por si acaso alguna vez tenga utilidad, o también para ser sometido a discusión, aunque lo más practico sería aplicarlo.
Asimismo, la estructura narrativa es lineal, fragmentada en capítulos que con el título nos da una idea del próximo episodio resumido en una sola línea que le da oportunidad al lector de seleccionar su pasaje favorito. Uno de los más indispensables, a criterio de la autora de este texto es el segundo, El charco de las lágrimas, donde la niña discute consigo y después se aconseja lo más conveniente en una situación de crisis, lo cual impresiona y deja a la protagonista intercambiar su rol de infante por el de un adulto. También otro pasaje transcendente a nivel emocional y psicológico es el capítulo VI, El consejo de una oruga, en el cual este animal le cuestiona a Alicia acerca de su identidad y por ende ella termina asumiendo que no sabe quién es, a lo que la oruga la obliga a realizarse un análisis interior.
El simbolismo es notable en la obra, sobre todo al momento de que Alicia, movida por su curiosidad, bebe un frasco que le cambia su tamaño y come uno de los pastelillos que la engrandece, representando cuan fuerte es el poder de decidir e inmediatamente emprender un acción sin tanto miedo a las consecuencias, simplemente saber asumirlas.
El juego de la lógica también hace aparición en la historia de Alicia, evocando risas inteligentes, sobre todo cuando la protagonista explica y protesta ciertos fenómenos y también cuando el Rey pide al sombrero que baje más abajo cuando en realidad ya estaba ahí, también se refleja cuando la Reyna prefiere primero dictar la sentencia y dar el veredicto, ahí lo irrazonable e imposible se unen para crear un momento chusco.
El contenido de la obra definitivamente puede relacionarse con el contexto actual a nivel nacional e internacional al ver cómo es que prevalece lo absurdo y algunos problemas se solucionan con la frase poderosa, cortar la cabeza, o meter al saco de lona, mandato diario que consiste a manera de interpretación en deshacerse o de presencias incómodas a través de esta ideología de la Reyna que no concebía otras ideas que no fueran las suyas y de esta forma violenta lidiar con opiniones contrarias ya sea por cuestiones religiosas, morales o políticas.
Se puede decir que Alicia en el país de las maravillas, es una obra maestra, ejemplo de lo que la inteligencia humana puede crear, con el dominio de la imaginación, la fantasía y estructura. Pues en realidad, ¿quién imaginaría un conejo condenado a un reloj, una oruga poniendo en duda la identidad humana o cartas de póker dictaminando veredictos? Nadie quizá, pero Lewis fue valiente, y aprovecho la lógica e ingenialidad para crearlos, salvo por el final que a criterio de quien teclea estas últimas líneas no le pareció del todo el más adecuado ya que se creyó firmemente en la existencia del mundo debajo de la madriguera del conejo y toda el encanto que le rodeaba , aunque se piensa que ese mundo es una realidad presentada de otra manera, de forma invertida a través de los sueños, quizá…
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De hecho tengo el libro ahí esperándome...
ResponderEliminarPues a devorarlo que la película sale en marzo!
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