Aquí sólo vengo los viernes, por lo que apenas y recuerdo sus colores, sabores y texturas. Cuatro años apenas han servido para guardar en mi memoria ese retrato casi acromático.
Gris, azul y blanco. Misión, evitar la distracción del estudiante, comunicación no verbal. Cuadrados, rectangulos y uno que otro contorno orgánico. El piso está algo sucio, el pizarrón blanco apenas sobrevive ayudando a la pésima acustica de la que siempre se han quejado los maestros y los alumnos huyen del salón con cualquier pretexto.
Los mesabancos de sonrisa azul son alumnos disciplinados que no participan en clase, pero siempre ponen atención y son confidentes de a quien respaldan.
En el espacio reina un poco la tecnología obsoleta. Un televisor con videocasetera en algunos salones falla y los alumnos tienen que emprender marcha hacia el aula vecina para ver si funciona y adquirir conocimientos a distancia.
A veces un carrito juega con las extremidades de los maestros, chueco y beige sostiene equipos aún servibles, soporta paseos involuntarios y conversaciones fuera de órbita por pertenecer a la Facultad de Humanidades. Esto se los presume a sus amigos de otros extremos del conocimiento y ellos lo envidian por la profundidad a la que se somete a diario.
El classroom solo es testigo de muchas verdades que se ocultan entre murmullos y pensamientos, entre lecciones impartidas y experiencias compartidas que en cuatro años apenas servirá para guardarse en la memoria de futuros egresados.
domingo, 7 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario