domingo, 7 de marzo de 2010

El tacto del silencio

Esto es un experimento de mi clase de crónica urbana que tiene la intención en las primeras sesiones de sensibilizar a los sentidos. En este caso intente mezclar el tacto y el oido...

Pocos lo logran. El arte de tocar el silencio es una ciencia, una tesis que pocos entienden. Incomodidad, no saber que decir, discutir, dejar que los sonidos de fondo se apoderen del momento, o bien dejar que las figuras y demas conversaciones distraigan el contorno; falta de atención, caricia áspera.
Ayer acaricié al silencio suavemente. Todo y nada ocurría a la vez. Pude ser testigo de cómo esa arma que muchos le temen puede ser la mejor en determinados momentos, como el instante en que la catarsis llega y mil pensamientos cruzan por tu cabeza, como el instante en que te pierdes en alguna ciudad corporal masculina o femenina y no hay palabras para describir ese devaneo inexorable, como el instante en que la muerte no pide permiso y se aproxima a nuestra puerta.
Pocos lo logran, pero ayer acaricié al silencio en soledad en un bar. Me concentré en mí. La música de alto parlante no se escuchaba, no miraba a nadie, el silencio se apoderó de mí y sonaba muy bien. Se montaba un espectáculo de ondas sonoras lineales de tonos fosforescentes. Nada, nada y nada. Sólo acaricié al silencio cómo se acaricia al viento…

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